CRISTINA PLIEGO

sábado, 11 de diciembre de 2010

Todas estas simples cosas nos hacían felices, no necesitábamos nada más que un balón, una comba y un par de amigos con los que hacer el ganso durante todo el día...

1 comentario:

Natalia Sanz15 de diciembre de 2010, 6:08
:))))))
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Porque no hay nada imposible, y si lo hay, nunca es para siempre. Que las cosas cambian, a veces para bien y otras para mal, pero no te preocupes, que no hay mal que dure mil años. Porque dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero si algún día la pierdes, búscala hasta volver a dar con ella y encerrarla con llave en el fondo de tu corazón donde las falsas palabras no puedan encontrarla. Y cuidarla, cuidarla ante todo. No te dejes llevar por aquellos que no te quieren. No manipules y no juegues con la gente. Ya sabes: no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Quiere mucho y se legal, no mientas, que las mentiras no llevan a ningún lado y al final todo se sabe. Y si se acercan tiempos de tormenta y vienen nubes negras, no te hundas, después de la tempestad viene la calma.

Hablar de quererse, de nunca olvidarse.
Se prometen cosas imposibles, se dicen te quiero al oído. Pasean de la mano, sonríen cuando se miran.
Funden sentimientos. Sueñan despiertos, duermen soñando. Llamadas perdidas, miradas encontradas.
Sentimientos que buscan dueño, personas que buscan ser sentidas. Manos explorando, pasiones exploradas.
Echarse de menos, quererse de más. Reacciones químicas recorriendo entera su anatomía, redacción de la historia más bonita del mundo. Cuerpos fundidos, corazones latiendo a contra corriente. Sueños construidos, deseos que al fin y al cabo, acaban siendo inalcanzables. Verse de nuevo, deseo que no se sabe si se debe desear.