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lunes, 15 de marzo de 2010

Encendió un cigarrillo


A pesar de la oscuridad de aquella noche, los agujeros de la vieja persiana dejaban pasar pequeños rayos de luz dando un toque azulado al dormitorio. Cruzó por encima de ella, intentando no despertarla, para alcanzar el cenicero. Cuando iba a volver a su lado de la cama cambió de opinión al verla moverse levemente y decidió esperarse un poco. Sentó su desnudo cuerpo justo al lado de ella en el pequeño hueco que quedaba a ese lado de la cama. A pesar de no estar sonriendo, el bello rostro de la chica y su suave forma de respirar mientras dormía, emanaban una tranquilidad solo comparable a el cansancio de un niño tras un largo día de agarradoras actividades. Él la miraba como quien mira a un sueño. Deslizó suavemente su mano derecha desde su hombro asta el codo y volvió a recorrer el mismo camino en dirección opuesta mientras daba otra calada al cigarrillo. Fue entonces cuando, de repente, una sensación de miedo invadió todo su cuerpo contrastando así con la paz que se respiraba en la habitación. Miedo… Miedo a perderla. Miedo a que otras noches estuviesen vacías sin ella. Miedo a no estar a su altura. Miedo a la dependencia. Miedo a perder momentos que aun no habían sucedido. Miedo…

En ese mismo instante ella se despertó. Estaba sola en la habitación al igual que cuando se había acostado. Después de todo, él nunca había estado ahí. El miedo nuca se lo permitió. El propio miedo a perderla nunca le dejó estar en el presente con ella. Vivían en tiempos distintos… Por eso nunca se encontraron. Ella miró a su alrededor buscando a quien nunca había conocido. Sin éxito. Seguía sola en su habitación. Él derramó una lágrima desde los ojos de ella.

Ella volvió a cerrar los ojos intentando reconciliar el sueño con una extraña sensación. Una extraña sensación provocada quizá por el leve aroma a tabaco que había en el dormitorio.Cuando jamás nadie había fumado en el. Lanzó un tímido “dulces sueños” al aire que se perdió en la oscuridad y se quedo dormida…

“Nunca estarás abrazando a alguien de verdad si, mientras lo haces, estás pensando en que quizá algún día no puedas volver a hacerlo”.

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